Pasado ya el siglo, desde que comenzara la conquista, la región andaluza estaba ya plenamente vinculada a la vida del Imperio.
No había ya por supuesto problemas de ocupación ni de revueltas; pero esta vinculación, más que plataforma para el sosiego, sería por bastantes decenios fuente de sangrientos conflictos, tanto o más crudos que en los tiempos de la conquista. La sociedad romana republicana estalla en una profunda crisis por la incompatibilidad de sus estructuras con la nueva situación creada en el proceso que condujo de la ciudad al Imperio. La solución habría de llegar con el abandono de los antiguos esquemas de la República y la organización del poder en torno del arbitraje supremo del emperador. El paso al nuevo sistema político costó a Roma un largo rosario de guerras intestinas, conspiraciones y conflictos, acompañados de ensayos de solución en que los numerosos dirigentes romanos, pusieron a prueba su capacidad política y de maniobra, su fuerza en el campo de batalla, o su temeridad en aras de la ambición por el poder.
Dejaron su nombre en la Historia figuras como Mario, Sila, Sartorio, Pompeyo, César, Lépido, Craso, Marco Antonio, y Octavio, triunfador de un agitado capítulo, e inspirador de la calma: la Pax Augusta.
EL CRISTIANISMO.
Venerar al Melkart-Heraclés gaditano, era una baza política para ganarse el ánimo de los fieles, a parte del respeto y el temor supersticioso que pudieran sentir ante el famoso dios de la colonia fenicia. Sumado lo uno a lo otro, se entiende bien el prestigio del Hércules Gaditanus, y la protección que le dispensaron César, Trajano o Adriano.
Consagrada la romanización, se dio en la Bética, lógicamente, el culto a los dioses propios del panteón romano; Iove, (Júpiter), Liber Pater ( Baco), Venus, Juno, Apolo, Diana, Mercurio, Esculapio, etc.
Capítulo fundamental en la religión romana, es le relativo a los cultos orientales. Originarios de Egipto, Persia o Asia Menor, se difundieron por todo el Imperio. La clave de su éxito, era que ofrecían a los devotos ventajas espirituales ausentes en las religiones grecorromana; misticismo, salvación en el más allá, ritos misteriosos, eran algunos ingredientes de estas religiones exóticas que los fieles identificaban con un dios salvador que generalmente muere y resucita.
De entre estas religiones de esperanza, destacan la egipcia de Isis y Osiris, la frigia de Cibeles y Attis, y la persa de Mitra, a las cuales hay que añadir el cristianismo, emparentada con ellas, sobre las cuales, se impondría al final de la Antigüedad.
El cristianismo llegó a la Bética en la corriente de todas las religiones extranjeras. El primer dato seguro de su presencia, lo constituye el martirio de las Santas Justa y Rufina en Sevilla, acaecido en tiempos de Diocleciano, el mes de julio del 287.
Las patronas de la ciudad encontraron la muerte por negarse a hacer un donativo a los participantes de una procesión en honor de Salambó, diosa oriental, y cuyo ídolo rompieron.
Pocos años después, se celebraba un concilio en Iliberri(Granada), cuyas actas-las más antiguas que se conservan de un concilio disciplinar- son excepcionalmente valiosas para la historia de la Iglesia hispana. Acudieron 19 obispos y 24 presbíteros en representación de 37 sedes, de las cuales 23 eran de la Bética ( Corduba, Hispális, Acci, Tucci, Iliberri, Urso, Malaca, Astigi, Ategua, Egabrum, etc.), la provincia, por tanto, más ampliamente representada. La gran difusión del cristianismo que las actas del concilio acreditan, se corrobora, además por la aparición de numerosos vestigios arqueológicos paleocristianos: sarcófagos, mesas de altar, inscripciones funerarias, etc. Son escasos, sin embargo, los restos de iglesias paleocristianas, aunque recientemente hemos tenido ocasión de excavar el baptisterio de una de ellas en el patio de Banderas del Alcázar de Sevilla. Corresponde a la antigua iglesia de San Vicente, donde fue enterrado San Isidoro, y puede fecharse a fines del siglo IV o comienzos del V. La basílica estuvo abierta al culto varios siglos ( hasta comienzos del IX aproximadamente), en el curso de los cuales, el baptisterio experimentó dos reformas para convertirlo en una cuba de planta octogonal y en una pila menos profunda, cambios impulsados por cuestiones rituales y simbólicas.
Con el triunfo del cristianismo, se pone en pie uno de los pilares básicos del mundo medieval, época que se anuncia con la aurora de los tiempos visigóticos, ocaso, a su vez de la Antigüedad que acaba.
Enciclopedia " Historia de Andalucía"
Un magnífico trabajo, amiga.
ResponderEliminarTe felicito.